La Guajira, ubicada en el extremo norte de Colombia, es una región única por su geografía desértica, sus paisajes imponentes y, sobre todo, por la presencia del pueblo indígena wayuu, que ha habitado este territorio durante siglos. La rica tradición oral de los wayuu, junto con las influencias culturales de otras comunidades que han interactuado en la región, ha dado origen a una vasta colección de mitos y leyendas. Estas historias, llenas de simbolismo y espiritualidad, no solo buscan explicar fenómenos naturales o hechos inexplicables, sino que también son una forma de preservar la identidad y las creencias de este pueblo. A continuación, presentamos algunas de las leyendas más representativas de La Guajira.
Uno de los mitos más importantes en la cultura wayuu es el de Wale’kerü, la araña tejedora. Según esta leyenda, Wale’kerü fue una mujer sabia que enseñó a las mujeres wayuu el arte de tejer, una de las actividades más sagradas y significativas en esta cultura. Se dice que Wale’kerü tenía la habilidad de tejer no solo las mochilas y mantas tradicionales, sino también los destinos de las personas y las historias del pueblo. En la tradición wayuu, el tejido es un símbolo del vínculo entre lo terrenal y lo espiritual, y se considera que, a través del tejido, las mujeres conectan con sus ancestros. La leyenda de Wale’kerü resalta la importancia de la transmisión del conocimiento ancestral y la relación íntima que los wayuu tienen con el acto de tejer, que va mucho más allá de una simple actividad manual, representando la creación de la vida misma.
El desierto de La Guajira está marcado por los fuertes vientos que soplan a lo largo de sus paisajes áridos. En la tradición wayuu, estos vientos no son solo fenómenos meteorológicos, sino que tienen un significado espiritual. Jepirachi, el viento de la muerte, es una fuerza temida y respetada. La leyenda cuenta que este viento anuncia la llegada de los espíritus de los ancestros y actúa como un puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Los wayuu creen que, cuando Jepirachi sopla con fuerza, es una señal de que los espíritus están cerca, y que puede traer consigo presagios de muerte o transformaciones importantes en la vida de las personas. Para calmar al viento, se dice que es necesario hacer ofrendas a los ancestros, pidiendo protección y orientación.
El dividivi es uno de los árboles más emblemáticos de La Guajira, conocido por su forma retorcida debido a la constante acción de los vientos. En la mitología wayuu, el dividivi tiene un significado especial como protector del desierto. La leyenda cuenta que, hace mucho tiempo, los wayuu vivían en una tierra próspera donde los ríos fluían y la tierra era fértil. Sin embargo, los dioses se enojaron con el pueblo por su falta de respeto hacia la naturaleza y decidieron castigar la región con una sequía eterna. El dividivi, al ver el sufrimiento de su pueblo, se ofreció como sacrificio, torciéndose y deformándose bajo los vientos para proteger la poca vegetación que quedaba. Desde entonces, el dividivi es visto como un símbolo de resistencia y protección, y los wayuu lo consideran un guardián del desierto.
En la mitología wayuu, Mareiwa es una de las figuras más importantes, considerado el creador del pueblo y el encargado de establecer las normas y costumbres que rigen la vida wayuu. La leyenda cuenta que Mareiwa creó a los primeros wayuu a partir de barro y les enseñó cómo vivir en armonía con la naturaleza, cómo cazar, cultivar y respetar a los animales y los espíritus que habitan en la tierra. También se le atribuye la creación de la lengua wayuunaiki, con la que los wayuu pueden comunicarse entre ellos y con los dioses. Mareiwa es visto como una figura paternal que guía a su pueblo en tiempos difíciles, y muchos de los rituales wayuu están dirigidos a honrarlo y agradecerle por su protección.
En el desierto de La Guajira, se habla mucho de los espíritus de Pulowi y Juya, dos entidades que representan las fuerzas opuestas de la vida y la muerte, lo femenino y lo masculino. Pulowi es la diosa del desierto y los lugares áridos, asociada con la muerte y la sequía. Se dice que vive en los lugares desolados y que puede llevarse a los viajeros que se atreven a cruzar su territorio sin respetar las normas del desierto. Por otro lado, Juya es el dios de la lluvia y la fertilidad, y es visto como una figura masculina que trae vida y prosperidad a la tierra. La relación entre Pulowi y Juya simboliza el ciclo eterno de la vida y la muerte, la sequía y la lluvia, y es uno de los mitos más importantes para los wayuu, quienes deben honrar a ambos espíritus para mantener el equilibrio en su entorno.
En el extremo norte de La Guajira, en la Bahía Portete, se cuenta la historia de un encanto que habita en las aguas cristalinas de la bahía. Los encantos son espíritus que, según las creencias locales, viven en lugares remotos y llenos de belleza, atrayendo a los incautos con su magia. La leyenda narra que una hermosa mujer, con apariencia sobrenatural, aparece a los pescadores que se aventuran demasiado cerca de la bahía. Se dice que aquellos que caen bajo su hechizo desaparecen en las profundidades del mar, sin dejar rastro. Los habitantes de la región aún cuentan historias de pescadores que han sido arrastrados por este encanto, y la bahía sigue siendo un lugar donde se recomienda tener respeto y cuidado.
Según la mitología guajira, existía un cacique que tenia su choza en la Sierra Nevada de Santa Marta, desde donde miraba los rostros de sus tres hijos que vivían con él. Una noche soñó que ellos se alejaban hacia el norte de La Guajira. Esta concepción lo persiguió una y otra vez hasta que una noche de marzo, angustiado por el sueño, se levantó a ver si sus hijos estaban dormidos y se sorprendió: ellos no estaban en el dormitorio. Alarmado, miró hacia el norte y allí estaban tres importantes picos. Eran sus tres hijos que se habían convertido, formando desde su base, la Serranía de la Macuira.
El Keralia se presenta a las personas en forma de animal o persona. Keralia sale a media noche en las partes donde no haya vegetación, más que todo en las orillas del mar y en las salinas.
Keralia se transforma en persona al enamorarse y visita a la joven que le haya encantado. Esta queda en cinta, gracias al poder de la mirada de Keralia. Al dar a luz la joven muere, teniendo en su vientre culebras, sapos y toda clase de animales. De noche sale como si fuese la luz de un reflector. Si se encuentra con un hombre lo hace vomitar sangre y muere de inmediato.
Desde el 14 de mayo de 1963 se conmemora el milagro realizado por la Virgen de los Remedios en Riohacha. Los riohacheros cuentan el fenómeno natural de una “violenta tempestad en el Océano Atlántico”. En la oscuridad de la noche, entre truenos y relámpagos, en el furor del viento y de la lluvia, hizo presencia una multitud de hombres y mujeres que enloquecidos por el temor, de rodillas y con los ojos llenos de lágrimas, imploraban misericordia a la Virgen de los Remedios, la que fue sacada del templo y paseada por las principales calles; su corona fue arrojada al mar por el vendaval, lo que produjo la serenidad de las olas, originándose así el milagro de la Virgen de los Remedios.
Las leyendas de La Guajira son un reflejo profundo de la cosmovisión wayuu, en la que la naturaleza y lo sobrenatural están estrechamente conectados. Cada mito es una enseñanza sobre el respeto a los espíritus de la tierra, el viento, y el mar, y un recordatorio de la importancia de vivir en armonía con el entorno. Estas historias, transmitidas de generación en generación, siguen vivas en la tradición oral del pueblo wayuu, y son un tesoro cultural que revela la riqueza espiritual y simbólica de La Guajira. En cada rincón de esta región, el desierto y el viento cuentan historias llenas de misterio, magia y sabiduría ancestral.
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